El pasado domingo subí al Cabezo María. Fue un día especial.
Me costó trabajo llegar hasta arriba, los años cada día pesan más, pero la ilusión por ver arreglada la ermita hace que no existan obstáculos. Y otra gran alegría: me acompañó mi nieto.
Aunque había gente joven, fueron pocos. Yo le pedí que me acompañara, que participara un poco; que antes de juzgar, observara y se dejara interpelar por los sentimientos de la gente que subiría a la misa.
Y fue especial. Se emocionó cuando bajábamos y hablaba con la gente y le contaban historias del Cabezo María, de la Virgen. Creo que se ha convertido en un “antuso” más por la causa.
Se celebró la misa. La dijo Tomás, el hijo de Frasquito y Julia, que ahora está en Almería de Vicario; y don Bernardo, el gran cura de nuestro pueblo; y don Francisco, un sacerdote joven que se le ve con ganas de trabajar.
Tomás dijo que nos uniéramos todos, que cualquier idea es bien acogida, y creo que tiene razón. Que los hijos de Antas, estemos donde estemos, hemos de ser quienes nos unamos para llevar a cabo esa gran empresa. Cuenta conmigo y mi familia, don Bernardo.
Y la comida fue una auténtica convivencia.
Sólo pido una cosa: que no sea sólo un día, que sea el inicio de algo nuevo.
Gracias a la “Comisión”, se ve gente joven y con ganas.
P.D.: Soy el nieto, y por primera vez escribo algo sin permiso de mi abuelo en este blog. Hasta ahora, transcribía y daba forma a lo que me decía mi abuelo. Hoy le quiero dar las gracias por llevarme, por pedirme que fuera con él. Tengo una cosa clara: mi madre tiene un gran pueblo; Antas es un gran pueblo, y me siento orgulloso de mis raíces. No dejemos que siga destruyéndose la ermita, por favor.