Recuerdo con mucho cariño a “Frasquito el Chapas”, podría
decir a Francisco García, pero creo que nadie lo conocería por su nombre. Hace
mucho tiempo quería escribir sobre él, pero no se por qué he tardado en
hacerlo.

Me gustaría recordar a Frasquito desde una serie de
actitudes que yo vi en él. Igual no las compartís, pero permitidme que las
generaciones que no lo conocieron sepan que hubo un hombre en Antas, que a
pesar de su enfermedad, fue un GRAN hombre.
CARIÑOSO: Así lo
veía yo. Cariñoso con todos los que nos acercábamos a su tienda, sobre todo con
los niños. Podría estar nervioso, pero jamás tuvo un gesto extraño hacia ellos,
y eso que algunos, según me contaba mi hijo, le hacían fechorías; pero él jamás
trató a un niño mal.
SERVICIAL:
Siempre estaba dispuesto para servir en su tienda, a la hora que fuera,
estuviera comiendo o no, daba igual. Si tenía que ir cien veces a la otra casa,
iba y en paz; si tenía que moler las especias para la matanza a otra hora, lo
hacía; si le pedías que te guardara el bacalao, o las sardinas que traía en
aquellas cajas, las guardaba; pero lo mejor de todo era que lo hacía con
agrado.
CONFIADO: Era
fácil oir aquello de “Frasquito apúntame esto” o “Frasquito, me ha dicho mi
madre que me lo des y luego viene ella”, o tantas otras cosas, y él confiaba en
los demás. Por desgracia, los demás a veces no somos así, ni fuimos así con él.
FAMILIAR: Era
soltero y vivía con su hermana y sus sobrinas; una de ellas era amiga de mi
hija y según me contaba, era no sólo su tío, era su confidente, su amigo, su
protector…. Podías hacer lo que quisieras, pero no te podías meter con su
familia, eso era intocable.
Podría decir muchas cosas de este hombre, pero me quedo con
lo que dije al principio, era un GRAN HOMBRE. Y también me atrevo a pedirle
perdón porque no supimos comprenderle; de todos modos, GRACIAS FRASQUITO porque
fuiste admirable y entrañable.