
He leído el comentario primero a lo que escribí ayer y me he quedado un poco preocupado. Refleja una gran realidad que atormenta a mucha gente joven, que quita ilusión para seguir trabajando y creyendo en que algo se puede mejorar. Pero en ningún momento he hablado de conformismo.
Hace un tiempo escribí “nuestros miedos dieron como fruto vuestra libertad”, y en un comentario me decían que nunca el miedo produjo ese fruto. Pues bien, mis miedos nunca me hicieron sentarme a esperar, sino vencerlos con mi trabajo y la ilusión. La vida nunca fue para mí un camino de rosas, fácil, sino que trajo consigo muchas espinas.
Me casé con 24 años y mi primer hijo nació cuando yo tenía 25. Trabajé como peón con Luis Jiménez (antes era Don Luis, pero eso se lo quité hace tiempo, ahora somos todos “don”), y os puedo decir que no éramos trabajadores, sino esclavos, siervos… Y me marché a Francia a conseguir un poco de dinero. Cuando me casé no tenía un duro, me fui a alquiler y mis muebles eran escasos… Os puedo contar muchas cosas, pero seguro que diréis que son “cosas de viejo”.
No nos podemos conformar con las situaciones de injusticia que estamos viviendo, por eso, son los jóvenes los que tienen que luchar por salir adelante, pero no de cualquier modo. Nos dijeron que teniendo muchas cosas íbamos a ser más felices, y vemos que no, que somos más esclavos, que hay quien se ha enriquecido a nuestra costa de una forma indigna.
Yo decía que lloraba de alegría al regresar de Alemania, y de tristeza cuando me marchaba de mi pueblo y dejaba sola a mi familia, y no me gustaría que nadie pasara por eso.
Los jóvenes han de luchar por lo que creen y por lo que les hacen ser mejores, esa es algo esencial del ser joven. Sin embargo, pido que no se engañen a más generaciones haciéndoles creer que por un coche mejor, por un piso más grande, por una copa más cara….se va s ser más feliz.
Soy ya mayor y seguramente no veré muchos cambios, pero me conformo con ver como la gente valora y admira lo pequeño de la vida, y así cuando lleguen los momentos grandes sabrán disfrutar al margen de políticos que enriquecen a los de siempre, porque en definitiva son ellos, el poder del dinero.
Hace un tiempo escribí “nuestros miedos dieron como fruto vuestra libertad”, y en un comentario me decían que nunca el miedo produjo ese fruto. Pues bien, mis miedos nunca me hicieron sentarme a esperar, sino vencerlos con mi trabajo y la ilusión. La vida nunca fue para mí un camino de rosas, fácil, sino que trajo consigo muchas espinas.
Me casé con 24 años y mi primer hijo nació cuando yo tenía 25. Trabajé como peón con Luis Jiménez (antes era Don Luis, pero eso se lo quité hace tiempo, ahora somos todos “don”), y os puedo decir que no éramos trabajadores, sino esclavos, siervos… Y me marché a Francia a conseguir un poco de dinero. Cuando me casé no tenía un duro, me fui a alquiler y mis muebles eran escasos… Os puedo contar muchas cosas, pero seguro que diréis que son “cosas de viejo”.
No nos podemos conformar con las situaciones de injusticia que estamos viviendo, por eso, son los jóvenes los que tienen que luchar por salir adelante, pero no de cualquier modo. Nos dijeron que teniendo muchas cosas íbamos a ser más felices, y vemos que no, que somos más esclavos, que hay quien se ha enriquecido a nuestra costa de una forma indigna.
Yo decía que lloraba de alegría al regresar de Alemania, y de tristeza cuando me marchaba de mi pueblo y dejaba sola a mi familia, y no me gustaría que nadie pasara por eso.
Los jóvenes han de luchar por lo que creen y por lo que les hacen ser mejores, esa es algo esencial del ser joven. Sin embargo, pido que no se engañen a más generaciones haciéndoles creer que por un coche mejor, por un piso más grande, por una copa más cara….se va s ser más feliz.
Soy ya mayor y seguramente no veré muchos cambios, pero me conformo con ver como la gente valora y admira lo pequeño de la vida, y así cuando lleguen los momentos grandes sabrán disfrutar al margen de políticos que enriquecen a los de siempre, porque en definitiva son ellos, el poder del dinero.