miércoles, 7 de enero de 2009

Ayer hacía frío.


Si, ayer hizo mucho frío en Antas. No estamos acostumbrados a esos excesos, y a mi edad se nota mucho. Hay momentos en los que cuesta andar.

Lo más fácil es quedarse en la casa, calentito. Dejar que el mundo siga su curso, acurrucarse en la manta y mirar la televisión. Parece que cuando se cumple una edad, es para lo único que nos quieren. Para ser espectadores, llevarnos de viaje y votar. Bueno, creo que esto último lo intentan hacer por nosotros. Hasta nos meten las papeletas en el sobre y nos hablan unos de otros, y los otros de los unos. Se olvidan que aún pensamos, que tenemos nuestras ideas, que estamos cansados de tanta palabra. Que nos dejen un poco en paz.

Me negué a estar sentado. Nunca he permanecido quieto. ¿Cómo voy a empezar un año mirando una televisión que me trata como un payaso e imbécil? Seré viejo, pero no tonto.

La gente iba por la carretera de un lado a otro. Lo siento mucho, pero no veo ilusión en la gente joven. Van como seres extraños en medio de un mundo que no construyen. Son consumidores, pero no se implican en la marcha ni en la dirección por la que quieren que el mundo transcurra. ¡Qué juventud!

Espero que los Reyes les hayan traído un poco de ilusión.

Por cierto, hay un muchacho de Antas que escribe en un blog, es curioso. Parece que tiene inquietudes. Aunque a mí quien realmente me ha llamado la atención y son dignos de admiración, no son los que escriben “de” Antas, sino los que lo hacen “en” Antas. Quien ha levantado este pueblo no son los que se fueron, sino los que se quedaron para trabajar, luchar y construir.

Espero que no me digáis que no se de qué hablo. Ya os contaré un día mis viajes al extranjero y veréis como si se de lo que hablo (quien escribe es mi nieta).

Un abrazo a todos, y comprometeos con la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy el muchacho que escribe en el blog. Gracias por apreciar que tengo inquietudes. Antas la sostuvieron los que se quedaron y creció con la ayuda de los que volvieron. Com usted. Hubo un momento en que irse fue un acto de valentía. Como hubo un momento en que quedarse también lo fue.

Una abrazo.